Fui al banco a cerrar mi cuenta - sí sí señores, cerré una… ahora solo quedan 3 en mi colección - pregunté al guardia de seguridad donde tenía que hacerlo, con mi mejor sonrisa, y él fue y me averiguó. Saqué el numero - 10 - y miré por qué número iban - 05 -, calculé que cuanto podían tardar, y me puse los auriculares.
20 minutos después - cuando la mitad del staff, una chica, se fue a hacer no sé qué cosa por enésima vez y dejó sola a la otra mitad del staff, un señor - me di cuenta de que lo que podían tardar era bastante, así que me puse a escribirle un msn a Pato para avisarle donde estaba. A la mitad del msn el guardia vino a avisarme que no podía usar el celular. Sonreí otra vez, esta vez contrita, y guardé el aparato mientras trataba de pensar una vez mas el por qué esa medida. Dos minutos después, saqué el aparato again y escribí dos palabras mas, como quien chequea la música, y lo volví a meter en el bolsillo. Un ratito después, lo mismo. El guardia miró en mi dirección, yo me ajusté los auriculares y me hice la sota. Una canción después, terminé el msn y lo mandé - prohibirme mandar un msn, andá.
Pató contestó en seguida y yo continué en la dulce espera.
Finalmente, la chica que había ido a pintarse las uñas volvió y me atendió. Amablemente apretó los botones pertinentes con sus uñas rojo laca y luego me dio la excelente noticia de que todavía quedaba saldo suficiente en mi cuenta como para el almuerzo. La no tan excelente noticia era que iba a tener que ir a hacer la cola - que había crecido de manera exponencial desde cuando yo llegara - para recuperar mi dinero. Sonreí nuevamente - porque nunca está de mas ser amable -, agradecí su ayuda y marché hacia la cola.
Estaba yo escuchando a John Barrowman - había empezado en la A, y la D es bastante larga - cuando sucedió el highlight de esta historia y vi que a nuestra banda de dolientes se sumaba una chica embarazada con un niño de la mano. Esperé a ver que sucedía en la obra que estábamos montando. Nadie reaccionó - a veces parece que todos hubiéran salido de gajo. A mí ya me faltaban tres personas para escapar… Dos personas… Una. Cuando me tocó el turno le avisé al cajero de la señora de negro con el bombo y el crío y el buen hombre - porque todos somos buenos cuando alguien nos hace acordar - me preguntó si me molestaba y la llamó. Yo sonreí una vez mas - y van cinco - y la dejé pasar. Por suerte para mi conciencia - a la cual yo nunca hubiera vuelto a escuchar si no - la chica no tenía nada muy grosso que hacer y terminó en una canción y media - John B había dado paso a Kristin Chenoweth en mi mañana de musicales.
Para redondear, la panadería estaba llena cuando llegué unos minutos después, asi que me tuve que ir sin comprar nada porque iba tardísimo, lo cual prueba una vez mas que ninguna buena acción pasa sin ser castigada. Si yo no hubiera dejado pasar a la embarazada hubiera llegado antes y hubiera podido comprar torta fritas.
Esto de ser una persona bien educada es una carga, que va´hacer…
2 comentarios:
el otro punto de vista es que zafaste de agregarte más colesterol, al final la buena obra garpó!
Si, si... decimelo cuando llegué a la Cultu hambrienta y sin desayuno y tuve que conformarme con un pedacito de budín - que estaba buenisimo, Vale, en serio - que no me llenó ni una muela.
Publicar un comentario