Otra Mente Brillante Arruinada por la Educación

29 ago 2009


Tuve una pesadilla anoche.
Odio tener pesadillas.
Mas aún pesadillas absurdas.
Una pesadilla realista es espantosa, me llena de angustia, pero puedo razonarla. Una vez despierta si bien la angustia queda, el miedo suele irse. Que los chicos se lastimen, o un momento donde todo sale mal, o un accidente, o lo que sea, mal que mal, lo supero. Me levanto, voy a ver si los chicos están bien y mi universo se ajusta. Chequeo que las fechas sean las correctas, que el mundo esté fuera de la ventana, etc, y mi cama vuelve a ser un lugar seguro.
Pero una pesadilla estupida, sin sentido… Detesto esas.
Anoche yo soñé que me perseguía un maniquí. Un maniquí. Un maniquí muy bonito, con el pelo cortado a carré, con una sonrisa blanca como de aviso de pasta de dientes, con un vestido color claro con florcitas chiquititas, largo hasta las rodillas y con las mangas abullonadas. Soñé que estaba en una casa tipo chorizo, los cuartos uno atrás del otro por un pasillo, y yo pasaba por los cuartos, chequeando que todo estuviera bien hasta que divisaba una silueta en el entrevero de la puerta mas allá. Una silueta que cuando yo me acercaba se alejaba corriendo…
Para la siguiente puerta la cabeza del maniquí se asomó para mirarme, con unos enormes ojos azules. Fue ahí que yo caí finalmente en la cuenta de lo que era, retrocedí corriendo y empecé a cerrar las puertas detrás de mí, sólo para escuchar como se iban abriendo. Al cruzar por uno de los cuartos, un nene - porque además, como si el maniquí no fuera suficiente, había nenes durmiendo en los cuartos - me pidió que no cerrara la puerta, que le daba miedo, y eso fue suficiente como para que el maniquí me alcanzara. La puerta se abrió y ahí estába. Me congelé. Era un maniquí re bonito, de vidriera de ropa infantil. Por alguna razón - que obviamente no la sé, sueño estúpido - se puso en cuatro patas y gateó hasta mí, rápido, espástico, espantoso, y cuando levantaba su sonrisa hacia mí y estiraba la mano, me desperté gritando…
En serio. Como en una película de terror. No puedo recordar haberme despertado nunca gritando.
No pude volverme a dormir. H se dio vuelta medio dormido, hizo ese ruido que hace uno cuando quiere calmar a alguien, me abrazó y se volvió a dormir. Y yo como una pava me quedé mirando la ventana, sin poder dormir, pensando que en cualquier minuto la cosa esa me iba a mirar desde la puerta. Yo normalmente cuando me despierto en la trasnoche suelo chequear a los chicos… anoche no pude juntar coraje. Mi conciencia me dijo, muy seria: “los chicos están bien” y después procedió a ayudarme a acurrucarme mas adentro de la cama.
Cuando el despertador finalmente sonó a las 7:20, el cielo gris claro pero todavía amaneciendo, me vestí mirando la puerta con aprensión y no me calmé hasta que finalmente salió el sol.
Estoy segura de que todo esto fue la venganza de los Poderes que Son por la conversación que tuve con Naura respecto a lo mucho que me aburre jugar a las muñecas.

3 comentarios:

Alex dijo...

siempre han dicho que las venganzas de las muñecas son terribles. Por eso nunca quise ver Chucky, por ejemplo.
Demás está decir que jugué mucho con las muñecas.

Anónimo dijo...

qué cagaso! los maniquis se prenden fuego?

Damaduende dijo...

Ya los avisos de Chucky me daban socaga.
Y espero sinceramente que lo maniquis se prendan fuego. Que ardan como Santa Juana de Arco, mirá :)