Otra Mente Brillante Arruinada por la Educación

9 jun 2010

Papel Picado


Cuando yo era chica, mis viejos alquilaban una quinta por la zona de los Nogales, cerca de Campo de Mayo, donde pasábamos la mayoría de los fines de semana, escapando del mundanal ruido.
Era un lindo lugar, con una jardín enorme - o al menos así lo recuerdo, las cosas tienen la mala costumbre de achicarse con los años -, una magnolia rosa que cuando florecía parecia hecha de algodón de azúcar, una pileta cercada, y una casa acogedora con una chimenea de piedra. Las chimeneas siempre son un plus.

Uno de esos tantos fines de semana, mi amiga Mercedes, figurita repetida en el electo estable, se las ingenió para que un amable transeunte - ya que el portón de madera que daba a la calle, alto y verde, estaba cerrado con candado y no podíamos salir - nos pasara por encima de la reja un cachorrito que habíamos espiado las dos, muerto de frío al otro lado de la calle, con la excusa muy segura de que era nuestro y se nos había escapado para afuera.
El cachorrito resultó ser una cachorra, amarilla y tirando a esmirriada, que por una de esas cosas de la vida - les debe de haber dado pena - los míos aceptaron que se quedara, con la condición de que se quedara en la quinta, donde la iba a cuidar el jardinero. Un perro de fin de semana, bah. Pero para mí, el primer perro propio de mi historia, una maravilla.

La bautizamos Lana - rubia como era podría haber sido en homenaje a Lana Turner, pero yo a los 8 no hacía esas conexiones y lo mío fue un gusto del momento, una asociación con el perro del vecino llamado Trapo - y estuvo con nosotros cerca de un año, quizás mas, pero la memoria es traidora, de esto ya pasan 20 años, casi 25, y los tiempos se me confunden, hasta que finalmente llegamos un viernes a la noche y ella simplemente no estaba mas.

Pero la anécdota que quiero traer a colación es de un sábado, en el que yo estaba sentada en una silla plegable, leyendo en el jardín - Colmillo Blanco, de Jack London, la edición amarilla de tapa dura de la colección Robin Hood... la memoria es selectiva además de traidora - y abandoné el libro sobre la silla un momento para ir adentro a buscar algo.
Para cuando volví, habiéndome tardado mas de la cuenta, del libro sólo quedaba el recuerdo, desparramado por sobre el pasto en mil pedacitos, mientras la perra mordisqueaba los restos, feliz de la vida con el juguete que yo había dejado a su alcance...

Ah, que furia, que tristeza, que dolor...
Hubiera podido matarla... si se hubiera dejado alcanzar...
No me alcanzaban los ojos para llorar, la angustia en el pecho, yo que en esa época pensaba que los libros eran el principio y el fin de todas las cosas... ¡Además del hecho de que no iba a saber como coños terminaba la puta historia!
Mi viejo esa tarde tenía que ir hasta la Capital para hacer unos trámites, y cómo mi viejo es un grande, se tomó el trabajo de ir a una librería y conseguirme otra copia de Colmillo Blanco - exactamente la misma que Lana había convertido en confetti - además de traerme Belleza Negra, de Anna Sewell, como yapa por el mal rato.
Es un buen recuerdo. Uno de esos que quedan.

Por eso cuando hace unas horas mi suegra me llamó furiosa para decirme que Magenta se había subido a la mesa y se había comido el libro que estaba leyendo - mierrrrda lo hizo, no queda ni para repuesto de figurita - pude realmente conectarme con su dolor.
Pena que Susan no tiene un padre como el mío...
Así que, este es un pedido a la comunidad, si alguien sabe el final de Bahía Azul, de Nora Roberts, si puede ser tan amable de compartir la información - hasta que pueda yo conseguir otra copia - se lo voy a agradecer.

15 comentarios:

Chiru dijo...

mmmmmmm
ésto no se hace

casi al final de éste vínculo:

http://www.vagos.es/showthread.php?t=127077

Pero vos andá y conseguile el libro, que no es lo mismo ;)

Pablo dijo...

Fue el mayordomo.

De nada.

zorgin dijo...

UHHH!!!, robin hood amarillos..., esos eran de editorial acme (si, la del coyyote y el correcaminos)

LadyMarian dijo...

Hola Guada!
Es el último libro de la Serie de la Bahía de Chesapeake, de Nora Roberts. Una serie excelente! Yo tengo a los cuatro en digital. Me parece que el que vos comentás no llegó a salir en Argentina.
No encontré tu mail en tu perfil, sino te lo hubiera enviado. Mandame un mail al correo que aparece en mi perfil, así te lo envío.
Besos

Uninvited dijo...

Acá lo más grave no es el final del cuento ni la eventualidad de conseguir (o no) el libro en papel.
Acá estamos ante una irrefutable reencarnación de Lana en Magenta y el mensaje que parece repetirse hasta que lo aprendas.

Besos y ouijas ;)

Marina dijo...

guada, salvo por la llamada de susan... qué linda historia!
por definición un cachorro tiene que romper algún libro en su primer año de vida. ellos necesitan morder y evidentemente el cartón y el papel son paladables.
olivia me rompió varios, incluso uno prestado, de una editorial que ya no existe y que no fue posible encontrar para reponer.
besos

Briks dijo...

voy a ver si encuentro el listado de los mandamientos caninos

esgenial

uno de ellos decía algo así como que "si lo dejás a mi alcance, es mío"

se lo dejaste a su alcance, era de ella

LA BANCO A LANA !

Damaduende dijo...

Chiru! Traté entrar al vinculo que me dijiste y me piden datos... No me gusta dejar mis datos... Después me mandan mails para agrandarme el pene y no sé como tomarlo...

Don Pablo, uste´siempre tiene la posta. se agradece... En cuanto aparezca un mayordomo en la historia ya sé que tengo que desconfiar de él.
Gracias.

Don Zor, recuerda uste´bien. Lindos libros. Papel grueso. No estaban encolados, estaba cosidos y resistían todo... Menos el perro.

Damaduende dijo...

LadyM! Se agradece totalmente, ahora mando mail... El libro lo compró en San Martín de los Andes, edición de bolsillo, no sé qué editorial... y ahora ya no creo poder averiguarlo.

Tìo, vos decís?! Lo último que me faltaba, en estos días de ruidos en los pasillos. Una reencarnación y un mensaje subliminal :P

Marin, Lana fue el primer perro que alguna vez me rompiera un libro. Los demás destruyeron otras cosas, pero libros... por suerte nop. Hasta que llegó Magenta a nuestras vidas, que romper otras cosas Y libros :)

Damaduende dijo...

Briks, lo de Lana lo admito, mea culpa. Lo dejé en el asiento de la silla y mas cerca del piso no lo pude dejar... Era cantado que se iba a ir... Pero yo tenía 9, a los 9 uno no es muy perspicaz que digamos.
Pero lo de Magenta... Mi suegra lo había dejado en alto, o sea que es difícil definir qué es "a mi alcance" y qué es "me voy a esforzar para comerme todo lo que hay en la casa aún si tengo que treparme a la mesa para alcanzarlo..."

Briks dijo...

Claramente el caso de Magenta es distinto; podríamos hablar de una intencionalidad del can

es un atenuante la emoción violenta que le causó enterarse del nombre que le pusieron.
es entendible que odie a tu suegra y al resto de la flia

Damaduende dijo...

Briks... lo eligió mi hija de 4 años... Creo que eso explica todo... Y también arguye en nuestra defensa que podría haber sido muchísimo peor...

Chiru dijo...

guada
nos engañaron!!!
jajajaaa
(antes te lo regalaban, me pasó ya en varios sitios, el primero te lo regalan... sunalucha)

Damaduende dijo...

Ay, Chiru, es así... De los dientes en adelante es así...

Elena dijo...

A mi me comió a Asimov un conejo... cuenta?