Otra Mente Brillante Arruinada por la Educación

13 mar 2010

Residuo...


Detesto los maestros de ceremonias.

No los de los circos, o los de los teatros, no no. Ellos todo bien, que hagan su trabajo, al cabo que yo estoy entre el público, él está allá arriba, no tenemos porque cruzar nuestros caminos. Su trabajo, mi trabajo. Perfecto. Como tiene que ser.
Pero odio cuando uno va a una fiesta - de cumpleaños, de trabajo, de lo que sea - y la persona a cargo contrató a un chabón para que la organize. Y este buen hombre, en el mas amplio sentido de la palabra "bueno" y de la palabra "hombre", no sólo se ocupa de contar chistes, o hacer discursos, o decir cuando bailamos, cuando comemos, cuando saltamos todos en una pata, si no que también cree haber sido investido con el poder para hacernos pasar al frente de la clase a hacer monerías.

Una amiga cumplió años una vez - bueno, no, cumplió varios, pero vamos a hablar de este cumpleaños en particular - y organizó una fiesta. De disfraces. Como si esto no fuera suficiente, también contrató a un hombre para que animara la reunión... cómo si tuviéramos siete años y necesitáramos a las pichipinas...
El flaco - un tipo mas bien menudito, de aspecto delicado, con cara de rasgos afilados y un vago aire de resentimiento por estar acá y no en su propio programa de televisión - hizo su show de chistes, bailamos un rato, hizo su show de malabares, comimos, hizo su show de acrobacias, y mientras pasábamos a la torta, se le ocurrió la peregrina idea de que quería que desfiláramos.

Yo hasta el desfile al pibe lo bancaba. En serio. Soy un alma caritativa. Los chistes no eran TAN malos y como malabarista era decente. Pero con el tema desfile realmente arruinó toda mi buena voluntad.

Hizo pasar a una pareja al centro del salón y les indicó, como si de un director de cine se tratase, que actuaran su disfraz, indicación que la pareja, disfrazada de torero y mujer maravilla respectivamente, intentó valientemente.
La lotería continuó, dolorosa, mientras yo podía sentir mi incomodidad crecer ante todo el asunto, hasta que finalmente la bolita cayó y nos tocó el turno a nosotros. Me señaló a mí y yo negué con la cabeza y mi mejor sonrisa. Él insistió. Yo dije que no, gracias, porque a mí mi mamá sí me educó. El insistió, buscando al apoyo de los demás, que como cualquier masa traidora, una vez que se ve libre no puede esperar a ver caer a otro bajo la picota. Yo me mantuve en mis trece. El continuó insistiendo, probando que nunca entendió veramente aquello de que cuando una mujer dice no es no.

Finalmente, perdiendo por cansancio y ante la cara de mi amiga que veía como yo ponía un bache en el devenir de su fiesta, me puse de pie, agarré a mi legítimo y nos dejamos arrastrar al centro del salón, ya deseando que mi disfraz de pirata hubiera venido con el combo de sable y pistola antigua, para ver si así lograba hacerle entender al mequetrefe que This Was Not Cool. Pero bueno, después de hacer el ganso por treinta segundos y tener que sufrir que el susodicho mequetrefe además tuviera el tupé de decir que no poníamos onda, volvimos a sentarnos y la fiesta continuó. Necesité un par de daiquiris para superar mi instinto de ir y explicarle al nabo de manera violenta lo poco que a mí me gusta ser el centro de atención.

Mi plan cuando venía para acá era escribir un posto respecto de otra cosa, no voy a comentar qué porque ya lo voy a subir otro día, pero cruzando la avenida, pasé junto a un malabarista de semáforo y me pareció reconocer al mequetrefe aquél - el mismo tipo flaquito, mas bien menudito, de pelo corto y cara afilada - y por un segundo la tentación de empujarlo fue terrible. De pasar caminando, y así , como quien no quiere la cosa, ups, dejarlo desparramado en mitad de la calle. Soy una chica bien parada, él no - ni es una chica ni estaba bien parado -, de un sólo empujón estoy segura que lo hubiera volcado como a una botella...

Pero no lo hice.
Porque una es una dama... y no un mequetrefe resentido.

9 comentarios:

Alex dijo...

y digo yo, tu amiga tomo debida nota del enorme amor que le tenés?

Damaduende dijo...

Espero que sí. Además, ella también estaba re podrida del flaco y todo su rollo. Tardó tanto en torturarnos a todos con el tema del desfile, que mi amiga no tuvo tiempo para poner su máquina de karaoke... Lo que hubiera sido otro tipo de tortura, pero al menos hubiera sido voluntaria. Que tipo imbécil.

Lala dijo...

Guaaaaaaaaaaaaaaaa!
Lo odioooo!
Odio esa insistencia machacona para hagas algo que se nota con sólo mirarte a la cara que NO quieres ni te apetece ni te gusta hacer!!! Grrr...
Sí, sí, ganas me han dao a mi también de darle un empujoncito!
XD


Un beso


Lala

Dosto dijo...

Odio las fiestas digitadas!!! que te dicen qué hacer, cómo bailar, qué tomar. Y está muy mal visto, seras el eterno aburrido, el mala onda, el antisocial si no te prendes a ese circo.
Fiestas eran las de antes, si señor.... eh?? .... yo??? seguro me toca a mí?... Y me tengo que poner eso en la cabez...??? aja, bien... ahí voy.

Damaduende dijo...

Vamos, Lala, a ver si el lunes sigue ahí y entre las dos lo dejamos desparramado y sin ganas de andar mandoneando a la gente, vamos :P

Dosto, que cosa insufrible que son ese tipo de cosas. Y si no me quiero poner el gorrito? Si no quiero ponerme en la fila de conga? Si no quiero no quiero no quiero...? Porque tenés que bancarte que te miren con cara de Que Embole Que Sos, Flaquita! Argghhh, me enerva mal.

Ochurus dijo...

Una vez fui a un casamiento, de un "amigo", de esos que uno no está muy seguro porqué te invitó si al fin y al cabo no somos tan amigos.Pero en fin, me enterneció, y fui.
Había uno de estos sujetos insufribles.Porque siempre son insufribles, nunca encontrás uno con talento (por algo se dedican a eso...)
"Y ahora, todos vamos a aplaudir a la nueva parejaaaaa!!", "Nos ponemos de pie y venimos al centro de la pista..."

Por dios!! Qué manía!Me empeñé tanto en llevarle la contra, que el muy granuja al final de la fiesta cuando arengaba a la masa a acercarse a los novios para despedirlos, tuvo el tupé de decir en el micrófono "a ver, si me enfocás allá a la más ortiva de la fiesta que se hace la que no me escucha", chan! Un reflector se posó sobre mi...

Terrible momento, no me gusta tampoco ser el centro, y además en ese entonces estaba sola...

si me lo cruzo, no solo lo hago caer, después además lo pateo en el suelo.

me hiciste reir!
un saludo y perdón por escribir un "testamento"

Damaduende dijo...

Q HdP!! Como te va a decir eso!!
Vamos a buscarlo! Le pateamos los tobillos!!
Son de teRRor, no entiendo como alguien puede en serio necesitar de ese tipo de ser humano para animar una fiesta. Es que acaso no confía en sus invitados?
Tanta falta de fe me resulta lamentable...
Y escribí tranquila, mujer, :)

Pablo dijo...

La presencia de un animador hace subir mis niveles de incomodidad en varios hectopascales. Detesto la atención cuando además el otro está guionado, tiene el micrófono y uno sólo puede defenderse con monosílabos. Es imposible no quedar como un idiota.

Por eso suelo evaluar qué asientos están más cerca de la salida y evitar el contacto visual a cualquier costo.

Damaduende dijo...

Yo una vez fui a un cumpleaños en que había uno de estos zánganos, y en un momento dado, hizo pasar a un pibe para que hiciera lo mismo que él. Primero hizo boludeces con una silla, el otro lo imitó, después algo mas complejo, que el otro también siguió, y después de eso, el animador hizo la vertical sobre la silla, destinado a hacer quedar al otro pibe como un pavo, que ni corto ni perezoso, y así nomás, hizo la vertical sobre la silla y se ganó mi admiración para toda la temporada.
El resto de nosotros, que no podemos hacer verticales sobre las sillas, sólo podemos hacer como usted, controlar las salidas y confiar que no nos miren.