Otra Mente Brillante Arruinada por la Educación

20 oct 2010

Cuando los Elefantes Llegaron 2/3


"-Hablando de eso.- y junto a Martina, obligándo a su tía política a correr la cola hasta hacerle un lugar, se sentó Laura, - Si yo te alcanzo un manuscrito que escribió un amigo, ¿vos me harías la gauchada de leerlo?
Martina limpió el plato con el tenedor, dando cuenta del último pedazo de tarta y asintió, sacando una miga del escote redondo de su sweater verde militar,
-Seguro. Mientras no sea un bodrio, veo si puedo darle una ojeada. Che, me encantan tus aros.
Laura se corrió el largo pelo oscuro para mostrarlos mejor,
-¿Viste que lindos? Los compré en María Rivolta.
- Ah, el otro día vi unos divinos ahí, de bronce y
Ana apoyó una mano sobre la rodilla de su hijo, llamando su atención, y Alonso apartó la mirada de las dos mujeres con un escalofrío. Era el equivalente conversacional de espejitos de colores, si no tenías cuidado podían llegar a hipnotizarte.

-¿De qué querías hablarme?
El parpadeó, intentó una sonrisa y finalmente dijo,
-Estoy saliendo con alguien.
Las elegantes cejas se arquearon sobre los ojos almendrados, tan parecidos a los de su hijo, y una sonrisa estiró su boca,
-¡Pero eso es bueno! ¡Ya estaba empezando a preocuparme! Siempre tan opcupado no sabía cuando ibas a tener tiempo de conseguir una buena chica.

La sonrisa de Alonso se amplió un poco y bajó la cabeza un tanto avergonzado,
-Sí, bueno, me las arreglé bastante bien.
-O sea que estás de novio.- Rinni acotó desde su percha, metiéndo baza en la conversación como si hubiese estado invitada a ella desde el principio.

-¿Estás de novio?- preguntó Laura sorprendida, desde el otro sillón, arrastrando hacia ella el pedazo de torta de chocolate que su hermano abandonara minutos antes.
-Algo así.
-¿Cómo algo así?- quiso saber Francisco. -¿Estás en esa etapa en la que no le querés poner etiquetas a las cosas?

Su mujer lo codeó nuevamente,
-Dejalo tranquilo. Si recién está empezando a salir con esta chica a lo mejor no está seguro.- Alonso y Lucas revolearon los ojos, gemelos ante la costumbre maternal de hablar como si uno no estuviera dentro del rango auditivo, probando que si bien algunas cosas no están en los genes, sí están en la crianza -¿Quién es? - quiso saber Ana -¿Cómo se llama? Tenés que traerla.- y luego movió la cabeza. -Sabés que no te quiero presionar, pero desde Carla que no te escucho hablar de ninguna chica y… - su madre le sonrió, madre sobreprotectora y romántica incurable todo en uno, mientras Alonso recordaba por un momento a su última novia de la secundaria, en lo enamorado que había creído estar, en como cambian las cosas.

-¿Y?- preguntó Laura, a la que obviamente presionar no le molestaba en lo mas mínimo -Contanos algo.

Alonso miró a las personas a su alrededor. Al grupo original se habían sumado un par de primos, Diego con el brazo alrededor de la cintura de su novia Lucía, su tía Mecha con sus grandes ojos azules llenos de curiosidad. Tragó saliva,
-Voy a pedirle que se case conmigo.

El silencio engulló sus palabras, las tragó como si fueran caramelos, haciéndolas desaparecer, sin dejar ningún rastro dulce detrás. Alonso tuvo la extraña impresión de que la radio misma había hecho una pausa en la trasmisión.

Desde la otra sala les llegó la voz de Maura, relatando a Nennia en tiempo real lo que estaba aconteciendo a este lado de la habitación,
-Bueno, menos mal.- la respuesta de Nennia voló sobre el silencio y cayó en picada sobre ellos, -Estaba empezando a pensar que ese chico era puto.- Lucas se quebró bajo ese impío ataque y su risa sobresaltada sacó a todos del trance, llenando el espacio de sonido con la misma fuerza bruta con la que la marea llena la hoya.
-¿Cómo que vas a pedirle matrimonio?- la voz aturdida de Ana se escuchó sobre la cacofonía de parientes preguntando cosas tales como Cuándo, Por Qué, Cómo, Dónde, y especificamente Quién.

Alonso resistió los embates, esperando a que pasara el primer hervor, sabiendo que todavía faltaban un par de noticias que probablemente volcaran la cacerola. Los mas chicos lo miraban entretenidos, los mas grandes consternados y sus contemporáneos todavía no estaban del todo seguros a cual de los dos grupos unirse.

-¿Está embarazada o algo así?- la voz de Laura siguió a la de Ana y Alonso nunca antes se había dado cuenta de lo parecidas que podían sonar. Lanzó una mirada hostil en dirección a su hermana mayor. Junto a ella Martina se concentraba en la fascinante efigie de su plato vacío. No pudo adivinar que estaría pensando.

-No, no está embarazada.
-¿Entonces por qué?- quiso saber Ana, en la estela del comentario de su hija mayor. -¿Por qué vas a proponerle matrimonio a una chica a la que recién conocés y que nunca nos presentaste?
Alonso se mordió el labio inferior. Tiempo de lanzar la segunda granada y confiar en que quedara algo en pie para cuando fuera tiempo de lanzar la tercera,
-Cuatro años.- y su voz fue tan baja que por un segundo pensó que había pasado desapercibida.

Pero no contaba con Rinni, todavía posada sobre su hombro como un gigantesco periquito pelirrojo,
-¿Cuatro años qué?
Alonso resopló. Suficiente. Nunca mas iba a responder a sus llamadas de urgencia para que fuera a buscarla al último boliche de moda en plena madrugada,
-Hace cuatro años que estamos juntos. Y nos conocemos hace mas de diez.
-¿Cuatro años?- el sonido estalló una vez mas a su alrededor. Pudo escuchar la risa gastada de Nennia en el comedor, donde Maura le llevaba los detalles. Su abuela siempre había sabido apreciar un buen escándalo. Pudo ver como Martina sacaba el plato de torta de chocolate de los dedos pasmados de Laura y lo alejaba del área de riesgo. Cuando Ana volviera a pensar probablemente le agradecería que salvara su vajilla.

Alonso arriesgo una mirada en dirección a su madre.

-¿Cómo cuatro años?- repitió Ana, su voz elevándose una octava.
Por otra parte, quizás no. No parecía que fuera a haber agradecimientos para nadie en el futuro cercano.
El alma ferozmente matemática de Alonso lo llevó a aclarar,
-Tres años, diez meses y nueve días, en realidad… - un par del grupo de indecisos desertó al grupo de los divertidos y Alonso se sintió enrojecer, -No es que esté contando.
-Tres años, diez meses y nueve días, claro. Ahora me siento mucho mejor.- el sarcasmo definitivamente no le sentaba a su madre, pero podía entender que se refugiara en él. -Y nunca pensaste en presentármela.
-Sí lo pensé.- trató de defenderse Alonso. -Pero…
-¿Pero?- acicateó Laura. Su hermano se pasó la mano por la cabeza, despeinando su pelo oscuro de normal perfectamente atildado,
-Es complicado.
-¿Es casada?- acotó Diego.
-Mierda, ¿alguien te invitó a esta conversación?
-Dios mío, es casada.- Ana se llevó las manos a la boca. -Estás saliendo con una mujer casada.- miró a Francisco. -Mi bebé esta saliendo con una mujer casada. Francisco, decí algo, no te quedés ahí callado.- pero Francisco, probando una vez mas ser el hombre sabio que Alonso sabía que era, puso cara de circunstancias y mantuvo su silencio estoico.

-No está casada, mamá.- la tranquilizó, cansado ya de esto. Aunque, en haras de la justicia - a medias por ser honesto a medias por ser molesto - , agregó, -Pero estuvo casada una vez.
El corro a su alrededor, que había aumentado conforme la conversación se filtraba a todos los rincones, contuvo el aliento ante este pedazo de información.

Ana no se hizo esperar,
-Pues no voy a dejar que te cases con una mujer divorciada.- la romántica incurable en ella espantada por completo por la madre sobreprotectora. - Lo único que faltaba en esta familia.
Alonso apretó los dientes, desde el living llegó la voz de Nennia comentándole a Maura que prohibirle algo a los hombres nunca sirve de nada.

-No te estoy pidiendo permiso, mamá. Simplemente te estoy contando lo que va a pasar, para que no te tome por sorpresa.
Los demás contuvieron el aliento, esperando el rebote, como espectadores en un partido de tenis. En sus rostros podía leerse el hecho de que sabían que era una conversación privada y poco y nada les importaba,
-¿Por qué ahora?- fue Rinni la que llenó el bache.

Su hermano la miró sin entender,
-¿Perdón?
-¿Por qué ahora? Decís que hace cuatro años que están juntos, ¿por qué ahora decidiste proponerle matrimonio?- Laura asintió, haciéndose eco de esa pregunta,
-Sí, eso. ¿Por qué no esperaste a traerla a casa, a que la conozcamos, en vez de tirarnos todo encima de una sola vez?

Alonso los miró a todos: a las mujeres de su familia, que esperaban su respuesta; a Francisco, que con la mano en la rodilla de Ana, prestaba apoyo moral; a Lucas, que retrepado en al sillón y con las piernas cruzadas disfrutaba del espectaculo; a todos los demás, que a pesar de estarse divirtiéndo con su incomodidad, demostraban en mayor o menor medida el hecho de que se sentían heridos por su silencio.

Tener una familia grande era definitivamente un incordio.

Volvió a Rinni,
-Discutimos. Dijimos cosas feas, y al final ella me dijo que estaba cansada de ser un secreto, y se fue dando un portazo. Nos arreglamos, pero me quedé pensando en eso, y me di cuenta de que tiene razón, de que no es justo.
-O sea que te dio un ultimatum. -la voz de Ana sonó áspera. -Es el tipo de mujer que dice “saltá” y vos decís “que tan alto”."

Continua

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