Otra Mente Brillante Arruinada por la Educación

20 oct 2010

Cuando los Elefantes Llegaron 3/3


"Un ruido de porcelana cayendo al piso les hizo notar que Martina no había logrado alejar al plato del peligro de forma exitosa. Lucas, que lo había golpeado con una rodilla al girar en el sillón, lanzó una breve sonrisa de disculpa, tanto por el plato como por interrumpir el momento.
Francisco decidió que era hora de dejar de parecer estoico - sabía que a veces su estoicismo lo hacía parecer constipado - , y se puso de parte de Ana,
-Alonso, ese tipo de mujeres no son buenas…

Alonso lo interrumpió con una risa cansada,
-No están escuchando. Ella no dijo nada, esto fue mi idea.
-Bueno, seguro que parece así ahora, pero
-Quiero casarme con ella porque la quiero, mamá.- concentró su atención en Ana. - Quiero casarme con ella porque me aterra pensar que un día quizás se vaya. No quiero que ella se vaya. Ella es mi amiga, mi enemiga, el impulso cuando no puedo moverme, la calma cuando no puedo parar. - Ana se mordió los labios, Alonso trató desesperadamente de hacerle entender. -Sin ella soy sólo números, mamá. Ella es las palabras. Quiero casarme con ella porque no me gusta la persona que soy cuando no está… - se encogió de hombros, cansado de tener que explicarse frente a las persona equivocadas. - Ella sonríe y mi mundo es un lugar mejor, mamá.- tragó el nudo en su garganta. - Sin ultimatums.

Y eso era todo, no había mas dentro de la caja. Si con eso no entendían, acá terminaba el viaje.
Rinni le codeó el hombro, brusca, sorbiendo por la nariz de manera poco elegante,
-Andá a cagar.- y Alonso lanzó una breve carcajada ante la nota espesa en la voz de su hermana menor,
-Sí, bueno, tengo mis momentos.- miró a su público, que finalmente se había unificado bajo una expresión que podría denominarse contemplativa. Quizás no estuvieran de acuerdo con el método, pero si Alonso estaba tan seguro, podían llegar a pensarlo.

Ana era un punto y aparte.

Suspiró,
-Alonso… - y todos pudieron escuchar el tácito “no sabés lo que hacés” que siguió a ese suspiro.
Su hijo sacó del bolsillo del traje una cajita de joyería, y la estudió. Recién comprada, la pequeña caja de cuero verde relucía perfectamente lustrada,
-Si bien voy a detestar el hecho de que no estés de acuerdo con esto, mamá, eso no va a impedir que lo haga. Lo único que vas a lograr es que no vuelva a visitarte.
-No puedo evitarlo, ¿no?
-No. Voy a pedirle que se case conmigo, y eso es todo.- jugó con la caja en el silencio que siguió a sus palabras, y luego Diego exclamó,
-Bueno, esto fue divertido, ¿Qué opinan si lo hacemos otra vez en Navidad?

Alguien le respondió con un ruido obsceno, y el grupo de personas se disolvió, cada uno yendo en busca de alguien con quien comentar lo sucedido o empezar alguna historia nueva.
Ana se puso en pie despacio, organizando su expresión vencida en una de resignación,
-Bueno, esto definitivamente amerita otro pedazo de torta.- y pasando junto a la silla de Alonso, descansó un momento la mano en su cabeza morena antes de seguir camino hacia el comedor. Francisco se puso de pie,
-No te preocupes, ya se le va a pasar.- y la siguió.

Alonso levantó los ojos de la caja, y miró al otro lado de la mesita ratona,
-¿Vos crees que aceptará?
Laura hizo una mueca,
-Y si no lo hace es una tonta.
Alonso sonrió,
-Aprecio el voto de confianza, pero no te estaba preguntando a vos.- Martina dejó en paz el plato que había soportado el peso de su mirada durante la mayor parte de la conversación. Los ojos azules esquivaron los castaños escondiéndose bajo la cortina del pelo rubio mientras trataba de componerse, el canto de su mano intentando limpiar cualquier huella de lágrimas,
-Es probable.

Alonso se deslizó del sillón al piso y se acercó hasta ella, ante la mirada desconcertada de los otros tres,
-Después de semejante escena, me gustaría una respuesta mas concreta que esa.
La mujer rubia, sabiéndo que no estaba compuesta todavía, pero sin importarle realmente, miró finalmente al muchacho moreno arrodillado frente a ella,
- Pendejo, en los problemas en los que nos vas a meter…
El levantó la caja con el anillo y la abrió,
-¿Te casarías conmigo? ¿Por favor? Prefiero problemas con vos que calma con cualquier otra persona.
Ella curvó la espalda, hasta que su frente se apoyó en la de él,
-¿Estás seguro?- escondiendo en un susurro el hecho de que su voz se quebraba.
-Completamente.
-¿Miedo?
-Pánico.
-No se me ocurre nada mejor que casarme con vos.- Alonso, empujando el anillo en las manos laxas de Laura, abrazó a Martina y la arrastró a su regazo, besándola con fuerza, sintiéndose en paz finalmente.
La voz de Diego resonó en el silencio atronador que siguió a ese beso,
-Joder... Definitivamente tenemos que repetir esto para Navidad. "


5 comentarios:

eMe dijo...

Me lo estoy llevando impreso, sépalo. Esto requiere de tiempo que aquí no tengo (la gente insiste en que labure, que para eso me pagan... en fin...)

El Gaucho Santillán dijo...

Acà està la continuaciòn ameritada!!!

Pero publicaste al revès! me hice lìo.

Està bueno. Bien llevado, el relato.

Un abrazo.

Jazmin dijo...

CLAP! CLAP! CLAP!

Objetivamente: impresionante.



Subjetivamente: me dejó con las mejillas ardiendo.

La ficción a veces le pega tan en el palo a la vida...

Vicky dijo...

Genial, te aplaudo. Me atrapaste hasta la ultima letra. Te felicito. Tenes una capacidad maravillosa para escribir. Aprovechala y escribi mas!

Damaduende dijo...

Caramba, eMe, ahora me siento presionada... Espero que le haya gustado...

No me hable, don Gaucho, que cada vez que subo un cuento en partes me cuesta un pedazo organizarlo para que salga ordenadito...
Igual, ya lo arreglé... Creo... :/

Jazmin, deje que me sonrojo yo también. Me alegro que le gustara.

Vic, gracias :) Si un día estás aburrida, segui la etiqueta Exit Wounds, que es donde tengo los demas... Espero que si llegás a leerlos también te gusten