
Hace unos meses leí un libro de Meg Cabot, de título The Queen of Babble… que vendría a ser La Reina del Parloteo.
El libro en sí, ni fu ni fa, un libro rosa entre tantos libros rosas. Divertido en el momento, bien escrito, qie una vez que pasa sólo deja el regusto dulce. Caramelos mentales, como quien dice.
Acá es donde la gente se pregunta por qué entonces estoy escribiendo yo este post - no, no me importa lo que usted se pregunta, Bebilacqua, hágame el favor - si el libro sólo vale lo que una tarde lluviosa al pedo. Estoy escribiendo esto porque resulta que el libro tiene una continuación.
El primer libro trata sobre esta chica - la charlatana del título, Lizzie, - que sigue a su último novio a Inglaterra, donde se entera que el único plan del flaco es esquilmarla por lo poco que tiene, así que lo planta y se une a su mejor amiga y al novio de esta en un plan de pasar el verano al sur de Francia, trabajando medio tiempo en un castillo en la campiña.
Libro épicamente rosa como dije que era, Lizzie conoce al hijo del dueño del castillo y después de un par de aventuras y desventuras que no vienen al caso, los dos descubren que están enamorados, suelten las palomas, descorchen el champagne y vivieron felices y comieron perdices.
Nada misterioso, nadie proteste - Bebilacqua, no se haga, usted no pensaba leerlo -, no es como que nadie vio venir ese final.
Después de terminarlo, la idea de leer los dos - sí, dos - que seguían honestamente no me llamaba mucho. Considerando que los títulos son La Reina en la Ciudad y La Reina se Casa, pude adivinar a qué venían y los dejé pasar.
Hace un par de días, sin nada mas para leer - un mal que me aqueja bastante seguido - agarré finalmente el segundo. Y acá es donde me aprieta el zapato, porque si bien el segundo es bastante parecido al primero en la forma, en el contenido - y acá sí viene un spoiler, cualquiera que esté pensando en leer estos libros cierre los ojos - el principe azul, hijo del dueño del castillo, destiñe.
Me encantó.
Considerando que yo esperaba un problema formuláico sobre esta chica y su novio que se solucionaría para el tercer libro donde, como el nombre indica, se casan, el hecho de que a lo largo del segundo libro un par de personas le digan que su hombre no es de los que se comprometen y que para el final ella lo haya pateado y se haya conseguido otro - que en el primer libro era un personaje secundario y que de a poco y con mucho trabajo salta al frente - me pareció buenísimo.
Nunca nadie cuenta que pasó después del Y Vivieron Felices. Nadie dice si Cenicienta con su OCD tuvo un ataque de nervios al tercer día de no hacer nada y se fugó con un vendedor de seguros. O si Blancanieves descubrió que el principe tenía un problema de necrofilia importante. O si Meg Ryan y Tom Hanks descubrieron que después de tantos emails en persona no tenían realmente tanto en común.
Me divirtió muchísimo encontrarme que el chico que tan perfecto era para ella en el primer libro - y que hubiera quedado así si yo lo hubiera dejado ahí - en el fondo no era tan perfecto para nadie.
El segundo libro termina entonces con - otra vez, los que no quieren saber, tápense los oídos y hagan lalalalalala - el principe azul, pese a todos los comentarios, pidiéndole que se case con él. Pero ahora ya no es tan seguro que en el tercero sea con él con quien se case - yo le tengo las fichas puestas al otro - y es este hecho lo que me lleva a este posto.
Me gusta cuando los libros, mas aún los libros rosas, me sorprenden.