
Ayer domingo me fui a tomar el té a lo de los Danis.
Afortunadamente esta vez no hubo cuentos de fantasmas - o al menos yo no pregunté.
Entre medialunas y pastafrola nos pusimos al día con las noticias, los parientes, los amigos. En definitiva una de esas tardes donde uno está cómodo con la gente con la que está y las horas se vuelan.
Rorro en el fondo jugaba con Vir.
Entre medialuna y medialuna, chisme y chisme, la escucho a la petisa que me llama llorosa. Abandono medialuna - y chisme -, parto detrás del sonido, y me la encuentro sentada en mitad del pasillo, maquillada como si un payaso hubiese explotado en su cercanía, con su vestido azul de Cenicienta y los ojos llenos de lágrimas,
Me armo de paciencia para lo que vendrá y
- ¿Qué pasó?
La información se desborda,
- ¡Virginia quiere ser la reina y yo no quiero ser una princesa y dice que no podemos ser reinas las dos!
La miro a la otra enana, en su vestido rosa de Barbie, parada a su lado, los brazos cruzados, también pintada como si hubiese sido alcanzada por la onda expansiva del mismo payaso,
- ¿Por qué no?
La Reina Rosa levanta la nariz, altanera,
- Porque no puede haber dos reinas.
- Seguro que sí. - contesto yo - Pueden ser de reinos vecinos. Vos sos la reina de España y ella la de Inglaterra.
Pero la Reina Rosa sacude la cabeza, negada totalmente a compartir su corona y la Ro, con un indignado "¿¡Ves?!", se me aferra al cuello.
Partimos para la sala de té, en busca de apoyo logístico, y sumamos a Daniela al dilema aristocrático en el que nos encontrábamos.
- Pero sean las dos reinas. - insiste ella, apoyando mi moción, cuando su intento de argüir de que la reina de la casa era ella fue rechazado de plano. Pero la moción de los reinos vecinos vuelve a ser vetada por Vir, mientras la Rorro sentada en mis rodillas amenaza con tormenta.
- ¿Y si juegan a la mamá? - pregunta Daniela entonces. - Son dos mamás que se juntan a tomar el té.
Vir duda un momento,
- ¿Pero quien cuida a los chicos? - mostrando su gran conocimiento de la realidad cotidiana, y la mira a Rorro - ¿Ro, y si yo soy la mamá y vos la niñera?
La tormenta amenazante se vuele inminente, viendo como sus aspiraciones al trono son destruidas y es lanzada a la plebeyez mas acérrima.
- ¡No, no quiero ser la niñera!
- Pero ser la niñera es lindo. - trata de vendérselo Virginia, zalamera.
Viendo que Rorro está a dos pasos de explicarle de manera gráfica a Vir lo que puede hacer con su trabajo de niñera y con el resto de los juguetes ya que estamos en esto, intercedo,
- Ya sé - que se ve que soy una diplomática nata - ¿Por qué Rorro no sos vos la reina, y vos Virginia no sos la mamá? Y todos contentos.
Rorro me mira levantando una metafórica ceja pintada de azul.
Mi idea era muy buena.
-Y la reina puede invitar a la mamá a tomar el té. - empujo un poco más.
Vir a mi lado guarda silencio por unos segundos. Puedo escuchar los engranajes en su cabeza girar, sopesando rangos, y cayendo finalmente en la cuenta de que lo mejor iba a ser que
- No, seamos las dos mamás y tomemos el té.
Rorro sonríe y abdica a su fugaz trono en haras de una tarde democrática, y las dos partieron al fondo a seguir jugando, la paz restaurada.
Dani y yo continuamos con las medialunas y los chismes, y yo no puedo evitar pensar que es una cagada que la mayoría de las discusiones no puedan solucionarse simplemente con un poco de buena voluntad, un buen diplomático y una invitación a tomar el té.